Comprender el 23-F significa ver la realidad detrás de la cortina. Aquel día, el sueño de una España democrática se cubrió de las heces de los traidores. El hedor es tan enorme que 30 años después todavía sus hediondos vapores nos nublan la vista y no nos dejan pensar con claridad.
Espero que este testimonio de primera mano os sirva para empezar a caminar hacia un nuevo horizonte.
23-F La noche de los traidores: el falangista González y el último Borbón, pero por favor, ¡que sea el último!
¿ES LA
SEGURIDAD NACIONAL UN FACTOR DE ESTABILIDAD EN ESPAÑA?
por el Coronel Diego Camacho
I. GOLPE DE ESTADO EN BUSCA DE AUTOR: El 23 – F DE 1981.
EL FACTOR EXTERNO.
El intento de golpe de Estado en
España es “un asunto interno”, sentenció el general Haig al ser preguntado por
una periodista. La aseveración del Secretario de Estado en un ejercicio de
aplicación estricta de la doctrina Estrada era sólo una verdad a medias, puesto
que no se trataba de un mero desajuste político generado por el cambio de
régimen, además existía un factor que interesaba mantener oculto a la opinión
pública y que consistía en la salvaguarda de los intereses estratégicos en el
Mediterráneo occidental de nuestro principal aliado.
Algunos meses antes, durante la
segunda mitad de 1980, tuvo lugar la campaña electoral para elegir Presidente
en los EEUU. El candidato republicano Ronald Reagan preconizaba un giro radical
en la política exterior, caso de llegar a ser elegido, la distensión llevada a
cabo durante la administración de Carter debería dejar paso una política firme
que defendiera los intereses norteamericanos allí donde estuvieran amenazados.
El triunfo electoral de Reagan supuso la puesta en práctica de lo que había
prometido en la que sería la última
década de la guerra fría. Su política de Seguridad Nacional fue un éxito
completo al lograr su objetivo, impensable al inicio de su mandato, la
desaparición de la URSS.
La nueva política tuvo tres pilares
esenciales:
1º El incremento del presupuesto
de Defensa. Para 1981 se contemplaba doblarlo con relación al existente durante
el último año de la administración de Carter y triplicarlo para 1985. El
objetivo declarado de este notable aumento era el poder implementar un nuevo
sistema de armas que sería conocido como
“la guerra de las galaxias” y que a medio plazo sería una de las causas
principales en el derrumbe de la
URSS, al no poder soportar esta la nueva carrera de
armamentos que le planteaba la Casa Blanca.
2º Respaldo a dictaduras del
hemisferio occidental, con tal que tuvieran gobiernos incondicionales a los
EEUU, como Chile, Argentina y Uruguay.
3º Respaldo a movimientos
guerrilleros, contrarios a la Unión Soviética, como UNITA (Angola), la CONTRA (Nicaragua) o más
tarde a la guerrilla afgana de los talibanes.
En definitiva Reagan y su equipo
habían decidido dar un giro de 180º a la política desarrollada por la anterior
administración y plantear su apuesta tanto en el plano militar global como en el marco de la guerra
asimétrica, tradicionalmente dejada a la iniciativa de los movimientos
revolucionarios controlados por el Kremlin. Este diseño estratégico llevaría a la Casa Blanca a
considerar como hipótesis probable la utilización de armamento nuclear táctico
en Europa, en un eventual enfrentamiento entre la OTAN y el Pacto de Varsovia,
y sin que esa circunstancia llevara forzosamente a la confrontación nuclear
total o a la extensión del conflicto hacia otros teatros de operaciones.
En ese contexto y dentro del
espacio europeo, el Mediterráneo adquirió una importancia decisiva y prioritaria
en los planes de operaciones del Pentágono, del Departamento de Estado y del
Consejo Nacional de Seguridad. Su control era esencial para garantizar el apoyo
a Israel, pieza vital en el desarrollo estratégico de Oriente Próximo; para lo
que era preciso contar con el dominio de las dos orillas o lo que es lo mismo
con la estabilidad y fiabilidad de aquellos países que tenían importancia
estratégica en este mar interior o albergaban bases utilizadas por las USAF. Se
trataba, en definitiva, de poder garantizar la acción de la
VI flota y que su
apoyo operativo y logístico se realizara sin sobresaltos.
Así, en septiembre de 1980 es
derrocado el gobierno liberal turco y toma el poder el ejército. En noviembre
de ese mismo año Grecia reintegra sus FFAA al Mando Militar de la OTAN del que había salido en 1974. En enero de
1981 EEUU suscribe con Marruecos un tratado de venta de armamento pesado
(carros de combate y aviones) y tranquiliza al sultán sobre la continuidad del
apoyo norteamericano a la anexión marroquí del Sahara Occidental. Dos meses más
tarde Hassan II, respaldado por París y con el visto bueno de Washington,
apoyará un golpe militar en Mauritania que irá en detrimento del precario
equilibrio mantenido en el Magreb entre Marruecos y Argelia. También en marzo
tuvo lugar en Portugal una alianza entre socialdemócratas, demócratas
cristianos y Mario Soares, quien actúa en contra de lo decidido por el PSP, con
objeto de provocar la caída del Presidente Ramalho Eanes, último vestigio de la
revolución de los claveles, tres meses antes había muerto en accidente aéreo el
Primer Ministro Sa Carneiro. En mayo se descubrirá en Italia la trama golpista
de la Logia P-2,
conectada con la red “Gladio”. A finales de año los EEUU logran, con el permiso
de Anwar el Sadat, estacionar por
primera vez de tropas norteamericanas en Egipto.
Es en esta sucesión de
acontecimientos políticos, que tienen lugar durante la segunda mitad de 1980 y
todo el año 1981, donde hay que enmarcar el fallido golpe de Estado en España. El
“golpe de timón” no era solo un simple asunto interno, sino que además buscaba
asegurar una mayor estabilidad política y militar en la Península Ibérica.
En ese contexto internacional, la
entrada de España en la OTAN
revestía para los EEUU una importancia capital al ser la pieza que faltaba en
el planeamiento estratégico para el sur de Europa. Suárez constituía un
estorbo, se le reprochaba que actuara de forma tercermundista en la
articulación de la política exterior y mostrara gran preocupación por temas
estratégicamente menores o que estaban fuera de su campo de influencia: como la
búsqueda de una solución para el pueblo palestino, la nueva formulación para
una cooperación económico – política de Europa con los países del África
subsahariana, la apertura de nuevas vías de participación en la problemática
política de Iberoamérica o el acercamiento a líderes como Castro y Arafat
vinculados a los intereses soviéticos. En resumen el Presidente español, con la
previsible llegada de Reagan a la Presidencia y la puesta en marcha de sus nuevos
objetivos estratégicos, era un obstáculo importante. Es aquí donde se encuentra
una de las claves del 23 –F y el principal motivo de la pérdida del favor real,
en la segunda mitad de 1980, por parte del Presidente del Gobierno.
El Rey y otros políticos con
buenas conexiones en Washington fueron alertados de por dónde iban a soplar los
nuevos vientos y el inicio para el
abandono del barco empieza a producirse. No puede pasarse por alto que desde
antes de asumir la Jefatura
del Estado el Rey de España obtiene todo el apoyo de la
Casa Blanca en su entronización a cambio de
seguir fielmente los objetivos estratégicos de la misma. El asunto del Sahara y
la marcha verde, cuya génesis se detalla en otro pasaje de este libro, serán la
primera prueba de esta sintonía. Quedaría en evidencia que el deseo de
Washington en apoyar al sultán de Marruecos y fortalecerlo en la región, pasaba
por encima de los intereses españoles. Juan Carlos, Jefe de Estado interino,
actúa en función de las directivas que recibe de Vernon Walters, subdirector de
la CIA y amigo de
Hassan II desde 1942. El primer Presidente elegido por los ciudadanos en la
naciente democracia española pronto se quedaría solo y así los planes de
recambio para España podrán activarse fácilmente en el momento que se
materialice la victoria electoral de Reagan.
El sucesor de Suárez, Leopoldo
Calvo Sotelo, afirma en sus memorias que él tenía claro desde 1977 que era
necesario incorporar a España a la
CEE y a la
OTAN. ¿Lo veía tan claro Adolfo Suárez en los años de su
presidencia? -Se contesta don Leopoldo- Probablemente no.
El caso de Felipe González es
todavía más ilustrativo. Hace campaña electoral en 1982 en contra de la entrada
de España en la OTAN,
logra 202 diputados y por lo tanto la mayoría absoluta. Dos años después de
entrar en la Moncloa,
hace borrar del programa del partido la oposición del PSOE a dicha entrada. En
1986 organiza y gana un referéndum apoyando el ingreso. Uno de los más
militantes en el rechazo inicial, Javier Solana, ocuparía años después el cargo
de Secretario General de la Alianza
Atlántica.
La conducta seguida por estos dos
presidentes, demuestra lo afirmado más arriba. El ingreso de España en la OTAN era un factor
determinante para los EEUU, en el diseño de la seguridad estratégica aliada en
el sur de Europa. El doble lenguaje de González hacia sus militantes y hacia
los ciudadanos pone también de manifiesto el compromiso adquirido y cumplido
con el Rey con quien iniciaría, al más puro estilo Bogart, una gran amistad.
El cambio que iba a experimentar
la política exterior de los EEUU, en caso de vencer Ronald Reagan en las
elecciones de noviembre, era perfectamente previsible en el resto del mundo y
España no era una excepción.
La opinión de la
Santa Sede, en la evolución política de
España, va a tener una gran importancia tanto para los políticos cercanos a la
ideología de la democracia cristiana como para algunos militares próximos al
Opus Dei. Una vez embarcados en el proceso conspirativo, será Roma quien
tranquilice sus conciencias sobre la empresa que piensan acometer. El hecho de
que sea Juan Pablo II el que ocupe la silla de San Pedro va a facilitar las
cosas. Coincide totalmente con el planteamiento estratégico de Reagan sobre la
necesidad de obtener una victoria sobre la URSS, como paso necesario para la liberación de
Europa oriental, y con la necesidad de controlar el Mediterráneo para asegurar
el bastión israelí.
Los partidos políticos después de
la muerte de Franco, se crean con una fuerte dependencia exterior en base a la
financiación inicial que obtienen principalmente de la RFA: la fundación Neumann
apoya a los liberales, la fundación Ebert de la socialdemocracia alemana al
PSOE y la fundación Konrad Adenauer a los democristianos. Esta circunstancia
supondrá otra garantía de reaseguro para que la evolución política en España no
discurra por caminos contrarios al interés de los países aliados.
LA SITUACIÓN INTERNA
Las FFAA españolas eran todavía,
y a pesar de la aprobación de la ley de Reforma Política y más tarde de la Constitución, un
poder fáctico. La mayor parte de sus miembros se consideran legitimados para
ejercer una tutela sobre el poder civil, en base al testamento de Franco y a la
inercia del régimen anterior. Los atentados de ETA catalizan las salas de
banderas, pero es sobre todo la escasa habilidad del general Gutiérrez Mellado
la que va a exasperar los ánimos.
Suárez comete el error de
prometer a los generales más importantes que el PCE no será legalizado y poco
después, el sábado santo, sale el decreto legalizándolo. Ese engaño no debió
haberse producido y la responsabilidad en el mal asesoramiento presidencial hay
que achacarlo al militar más relevante del gabinete y que además tenía
excelentes relaciones con el Presidente. Gutiérrez Mellado tenía la obligación
de señalar al Presidente el valor que los militares daban a la palabra dada y
las consecuencias que acarrearía su incumplimiento. Cuando era perfectamente
factible explicarles la necesidad de la legalización.
A partir de ese momento los
militares nostálgicos se sienten despreciados por el gobierno y deslegitiman la
acción presidencial. Se empiezan a establecer vínculos conspirativos no
solamente en el seno de las FFAA sino también con personas destacadas del mundo
político, económico y social. El presidente experimenta un abandono creciente que en poco tiempo se
convertirá en un aislamiento político total. Todos saben que ha perdido el
apoyo del Rey, que sus barones conspiran, que no tiene apoyos internacionales,
que los militares van a por él y que finalmente el dinero no le ve como un
activo con futuro.
Cuando se haga patente que el
tiempo de Suárez ha terminado y que es preciso buscar un recambio, se va a
recurrir al Ejército como el instrumento idóneo para realizarlo, al igual que
se había utilizado a lo largo del siglo XIX en defensa de una u otra opción
política, como explicaré más detalladamente en el capítulo dedicado a las
Fuerzas Armadas. Antes de su fracaso, tendrá las bendiciones de todos los
actores políticos. Su legitimación, de
cara a las salas de banderas, vendrá de la mano del testamento de Franco como
el último servicio. La clase política lo asumirá por varias razones: el
imperativo del factor externo ante la incapacidad de Suárez para afrontar la
nueva situación internacional y también para llegar al poder más rápidamente. La Corona para no sufrir el
desgaste que origina una deriva política interna insostenible, así como para
seguir las recomendaciones del poder emergente en Washington. Finalmente los países
de la Alianza Atlántica
para asegurar sus intereses vitales en el sur del continente. El ciudadano
español quedará una vez más al margen.
Una vez fracasada la intentona,
esta no tendrá patrocinadores, escurrirán el bulto y los chivos expiatorios serán
aquellos incautos que se prestaron a poner su cara en la fase inicial y además
salieron por televisión. Es difícil encontrar en la historia de los golpes de
Estado fracasados, que en el mundo han sido, un caso similar de abandono hacia
los subordinados por parte de los jefes de la operación. Aprovechando que hay
que evitar que el Rey resulte implicado se miente y no se asume la
responsabilidad. Los serviles que recibían a Fernando VII con los vítores de
“vivan las cadenas”, después de haber perpetrado la felonía de Bayona nada
tienen que envidiar a nuestros afamados cortesanos.
El eje básico de la reforma
política consistió en sustraer a la sociedad de las decisiones fundamentales y
a favor de los hechos consumados por pactos que se promueven a espaldas del
Parlamento. Incluso las ejecutivas de los principales partidos son informadas,
la mayor parte de las veces, cuando el pacto ya está cerrado. Fue el “consenso”
alcanzado por UCD, PSOE, AP, PCE y nacionalistas lo que permite que estos
grupos se vayan integrando como parte del Estado - sistema - al crear y
potenciar clientelas de militantes asalariados que acceden al dinero público
por multitud de caminos. La integración de los sindicatos en este esquema
acordado por los partidos va a originar el final de su dimensión de clase
(Pactos de la Moncloa).
Es decir, en ese preciso momento histórico se apuesta prioritariamente por la
integración y la paz social. El sentido democrático de la sociedad, sustentado
en un auténtico pluralismo que permita lograr un Estado de Derecho y que lleve
a la verdadera participación y libertad del ciudadano, queda aplazado para más
adelante.
Podrá argüirse que entonces no
podía hacerse otra cosa, es posible pero un sistema que había nacido con esa
hipoteca en su estructura política necesitaba estar dotado de un carácter de
provisionalidad y no de permanencia, sino quería caerse con el tiempo en el
peor enemigo que tiene la democracia: la corrupción.
LA PREPARACIÓN LEJANA.
En el seno del servicio de
Inteligencia se redactará, en los primeros años de la transición, un plan que
será bautizado como “operación De Gaulle”. Cuando el recién nombrado ministro
de Defensa, Rodríguez Sahagún, visite el Centro se lo expondrán y acto seguido
el ministro ordenará que los redactores del mismo, el comandante Faura y el
capitán Peñaranda, abandonen el Servicio y vuelvan al Ejército. Curiosamente
dicho plan no fue destruido, la dirección de la Casa lo conservó.
La operación se inspiraba en como
se había superado en Francia el riesgo a una guerra civil, originado por la
independencia de Argelia. Se indicaba que el Presidente de la
IV República, René Coty, había mantenido
una reunión con los portavoces parlamentarios de los diferentes partidos de la Asamblea Francesa,
alertándoles sobre la situación de extrema gravedad existente y del grave
peligro en que esta degenerara en un enfrentamiento directo entre franceses. A
causa de la postura contraria a la
independencia argelina, mantenida por gran parte del ejército francés y
de una parte importante de la opinión pública que consideraban que ese
territorio era parte indisoluble de Francia.
Como solución, el Presidente no
veía otro camino que ofrecerle al general De Gaulle que asumiera la Jefatura del Estado, dado
el prestigio que este militar contaba en toda la nación. Obtenido el acuerdo de
los portavoces el Presidente se traslada a Colombey les deux Églises, lugar
donde se encontraba retirado el general, y le pide que por el interés de
Francia asuma la presidencia. De Gaulle le señala que antes de aceptar necesita
hablar con el general Massu, comandante de las fuerzas militares francesas
destacadas en Alemania. Obtenido el acuerdo del célebre general paracaidista,
De Gaulle acompañó al Presidente a París y este lo presenta en la Asamblea solicitando a
los diputados que le voten como nuevo Jefe de Gobierno para así poder salvar la
situación crítica en la que se encuentra la nación. Es votado, iniciándose
inmediatamente el nuevo periodo constituyente que dará lugar a la nueva
Constitución y al comienzo de la
V República, con el general como nuevo Jefe de Estado.
El coronel Quintero redactará,
diciembre de 1980, desde su destino de Ankara un informe favorable al ya
mencionado golpe en Turquía que proponía como modelo, vista la importancia
estratégica similar que tienen ambos países en el Mediterráneo. El plan fue
desechado pues la decisión ya se había adoptado, y además la represión que siguió al golpe de Estado
turco lo hacían inviable para España pues esa
circunstancia podía ser asumible
en un país musulmán pero inviable para la opinión pública occidental si además
se trataba de una nación católica en transición hacia la democracia. Pero
también por el control que en esos momentos tenían aquellos que iban a
encargarse de la organización y coordinación del golpe, para los que “la
operación De Gaulle” constituía su modelo, el único que reunía todos los
requisitos para que dicha acción fuera aceptada por todos como la mejor salida
a una situación de extrema gravedad.
Una vez aceptada la “operación De
Gaulle” como el modelo a seguir y con la premisa de “nada de sangre”. Había que
adaptarla a la realidad española. Existía un problema, los franceses habían
corrido un riesgo real de enfrentamiento a causa de Argelia. En España no podía
echarse mano de nada similar por los motivos siguientes:
a)
No existía división en el ejército, la mayor parte
añoraba el régimen anterior o tenían muchas dudas de la viabilidad del actual.
El testamento de Franco y la obediencia debida legitimaban, para la mayor
parte, la tutela que el Ejército debía ejercer sobre el poder civil. Una vez
constatado que los EEUU apoyaban el “golpe de timón” la marcha hacia el golpe
de Estado era lo más patriótico que podía hacerse en opinión de estos militares
nostálgicos.
b)
La sociedad civil no se hallaba enfrentada por ningún
motivo. El terrorismo no había logrado
su objetivo estratégico de separar a la sociedad del naciente sistema político
ni tampoco de su gobierno, por muy dividido que este se encontrara. El
sentimiento generalizado era arrimar el hombro para consolidar la democracia en
España.
c)
La única escisión existente era la motivada por la
ambición política de los diferentes partidos: unos por abandonar el barco que
se hundía (UCD), otros por aprovechar la situación y lograr llegar al Poder
aunque fuera por un atajo nada democrático (PSOE) y los de más allá por
maniobrar y obtener ventajas que hubieran sido difíciles de obtener en
situación normal (AP, PCE, CIU y PNV). En todo caso razones poco presentables
como para presentarlas como el factor determinante en una situación de
emergencia nacional, que justificara la interrupción del proceso democrático y
la llegada de un general.
En la creación del motivo que
justificase la acción, en el marco del modelo elegido, es donde se encuentra el
origen de la intentona y otra de las claves del golpe, pues sin ese detonante
la “operación De Gaulle” no era posible, al no estar prevista una represión
posterior sobre la población. No iba a ser presentada como la involución de un
grupo sino como una salvación nacional consensuada por los representantes de la
nación.
Los planificadores lo bautizaron
como SAM (Supuesto Anticonstitucional Máximo) y entenderán que se concretará
poco antes de desencadenar la acción decisiva, aunque desde los inicios se barajara
el secuestro como la manera más idónea de alcanzar el objetivo propuesto.
La dimisión inesperada de Suárez
acelerará los preparativos no los detendrá, como él pensó, pues el objetivo no
era en ese momento castigar al Presidente sino adueñarse del Poder. Los
golpistas pensaron que la situación de mayor gravedad política que podría
crearse sería el secuestro simultáneo del poder ejecutivo y legislativo durante
un pleno de sesiones. La elección del sucesor de Suárez, permitiría contar en
un plazo muy breve con una reunión plenaria en la que pudiera ejecutarse el
plan.
La operación así concebida, fue
la creación artificial de una situación de emergencia extrema para presentar a
continuación un salvador: Armada, quien enderezará el rumbo político existente
en España. Fue un golpe de Estado cobarde y humanitario. Cobarde pues los
mayores responsables no dieron la cara a la hora de defender sus convicciones y
abandonarían a aquellos que previamente reclutaron para iniciarlo, en nombre de
un interés general más que discutible. También humanitario, pues hubo la orden
de evitar el derramamiento de sangre a toda costa. Este extremo facilitaría la
acotación de las responsabilidades posteriores, aunque operó sobre todo en
beneficio de los autores intelectuales más que
de los ejecutantes.
LA PREPARACIÓN PRÓXIMA.
El Centro Superior de Información
de la Defensa
(CESID), estuvo involucrado en todas las
fases de la intentona golpista, por la participación de algunos de sus agentes.
Javier Calderón y José Luis Cortina tenían en sus manos la dirección y las
operaciones del Servicio Secreto. Unidos por una gran amistad habían
colaborado, desde GODSA y junto a Manuel Fraga, en la creación del partido
Alianza Popular. El general Gutiérrez Mellado fue el verdadero artífice de la
irresistible ascensión de estos dos oficiales en el seno del Servicio Secreto.
La concepción del plan fue
desarrollada unos años antes de ser utilizado, como se ha señalado más arriba,
por dos miembros del Servicio. La “operación De Gaulle” no fue destruida sino
guardada en los archivos a pesar de haber sido desautorizada por el ministro de
Defensa.
En el mes de mayo de 1980, se
destina como Comandante General de Ceuta al
general Mariñas, director del CESID. No se nombra sustituto cuando casi
todos los días la prensa y los rumores hablan del “ruido de sables” existente.
Queda al mando el coronel Narciso Carreras de manera interina. La dirección y
la operatividad del Centro quedan en
manos de dos hombres de la entera confianza
del vicepresidente del gobierno Gutiérrez Mellado. El teniente coronel
Javier Calderón, como secretario general, y el comandante José Luis Cortina
como jefe de los equipos operativos. Aquí reside otra de las claves del golpe
de Estado, dejar en manos de dos hombres en los que va a recaer la coordinación
del mismo el control de los Servicios de Inteligencia. Calderón no podía ser
nombrado director pues la ley obligaba a que dicho puesto lo ostentara un
militar con rango de general, después del fracaso de la intentona se cambiará
la ley deprisa y corriendo para poder nombrar nuevo director de la Casa al teniente coronel
Emilio Alonso Manglano.
Nada más asumir la secretaría
general, Calderón ordenará que toda la actividad de Inteligencia que tenga que
ver con la involución política sea controlada exclusivamente por Cortina y que
este despache directamente con él. De esa manera el área de Involución quedaría
cortocircuitada e inoperante.
En los meses siguientes Cortina
dispondrá de toda la información disponible respecto a los movimientos y
reuniones involucionistas que compartirá con Calderón mientras que la
dosificará convenientemente para el área de Involución, de manera que esta no
tenga nada relevante que pueda interferir. De esa manera ambos podrán explotar
en su beneficio la información obtenida y dejar fuera de combate al área
responsable del seguimiento de la
involución.
De manera simultánea ambos iniciaran los
contactos a nivel político. En los meses anteriores al golpe Fraga Iribarne
(AP) y Gabriel Cisneros (UCD) mantendrán contactos telefónicos semanales con
Cortina por las líneas reservadas de la
AOME (Agrupación Operativa de Misiones Especiales). De los
contactos con el PSOE se encargará Calderón por medio de Luis Solana y Mújica.
Los contactos con la embajada de los
EEUU, Terence Todman y Ronald E. Estes, y con el nuncio del Vaticano,
monseñor Innocenti, también los materializará Cortina.
Será a partir del verano de 1980
cuando se empiece a elaborar por ambos el perfil del militar que podría
reconducir la situación. Se hará a la medida, para que sea el general Armada el
único que reúna todos los requisitos. Hay que tener un personaje singular como
lo era De Gaulle, por eso Armada no forma parte de una terna o de un grupo de
candidatos. Es la única solución. En esos meses Calderón y Cortina trabajan
para y con el general Armada. Hay que tener en cuenta que este general no
estaba en la cadena jerárquica del CESID y que por lo tanto estos oficiales
estaban actuando al margen de su cadena de mando natural, aunque con el
beneplácito del vicepresidente del gobierno Gutiérrez Mellado.
El objetivo durante la
preparación consiste en dar a conocer y fortalecer la figura del general y así
lograr que no surja otra alternativa militar que pueda encarnar al “salvador”.
Que no hubiera más candidatos era la condición necesaria para que fuera
aceptado sin reservas en el ámbito político. Para los militares la persona
elegida era una cuestión menor siempre y cuando estuviera dispuesto a enderezar
el rumbo político y estuviera debidamente autorizado.
En el nombramiento de Armada como
2º JEME, Juan Carlos I es el factor decisorio. Después de su dimisión Suárez
realiza un viaje a las islas Canarias, lo que aprovecha el monarca para llamar
a palacio al ministro de Defensa exigiéndole el nombramiento del general como
segundo del general Gabeiras. Rodríguez Sahagún aduce que el nombramiento puede
esperar hasta que el Presidente vuelva de su viaje. El rey le contesta que el
nombramiento corre prisa y que prepare la orden. Suárez a su regreso es informado por su ministro, en presencia de
Alberto Recarte, de la llegada a Madrid, como segundo jefe del Ejército de
Tierra, y por iniciativa real del general Armada. El Presidente monta en cólera
y le espeta a su ministro “tu me has traicionado, te avisé que Armada debía
permanecer alejado de Madrid. Si hay un golpe de Estado militar serás el verdadero
responsable”. Antes de emprender el vuelo hacia Vitoria don Juan Carlos le dirá a Armada “oye Alfonso, ya está todo
arreglado. Acabo de dejar firmado el decreto con tu nombramiento…deja listo ahí
todo cuanto antes que vienes a Madrid. Ya recibirás instrucciones”.
Unos días antes, el 1 de febrero,
el general Milans del Bosch ya comunicó a los conjurados, en la calle general
Cabrera, sobre el inmediato nombramiento de Armada como 2º JEME “que abría paso
a unas perspectivas de cambio que conducirían a la solución Armada, que es la
deseada por Su Majestad y por las instituciones…es un gobierno de concentración…con
varios socialistas y algún comunista. El Rey ya conoce la composición de ese
gobierno y aunque a mi no me gusta mucho…la acepto sin más”.
Investido Armada del apoyo
necesario por todos los sectores que están de acuerdo con la “operación De
Gaulle”, el día 14 de febrero se reúne con el embajador norteamericano Terence
Todman, en una finca cercana a Logroño. En dicha reunión el general garantiza
al embajador la salvaguarda de los intereses de EEUU en España. A su regreso a
Madrid, Todman solicitara a Washington el envío a Lisboa de un avión AWACS,
para el control de las comunicaciones gubernamentales y militares españolas.
Un subordinado de Cortina, el
capitán Gómez Iglesias, es la persona que se encargó de reclutar a Tejero,
quien en tiempos pasados había sido su jefe cuando ambos habían estado
destinados en el País Vasco, facilitar la acción del teniente coronel el día 23
y mantener el enlace y la coordinación
de los diferentes grupos que participaron en el secuestro de la Cámara
Legislativa.
El número 2 de Cortina en la Agrupación Operativa,
capitán García Almenta, se encargó de organizar la Sección Especial de Agentes
(SEA) cuya misión era la de coordinar las columnas de la Guardia Civil para
lograr que llegasen simultáneamente a la
puerta del Congreso.
Cortina ordenará la confección,
en la Agrupación Operativa,
de los primeros decretos, con los primeros nombramientos, que llevará Armada al
monarca una vez sea votado en el hemiciclo y asuma el Poder.
Otro subordinado de Cortina, el capitán
Tostón de la Calle,
facilitó al SEA vehículos, radios y matrículas falsas para que pudieran
realizar su misión sin ser detectados por la policía.
En los meses de otoño e invierno,
previos al golpe, se irán manteniendo contactos y reuniones para coordinar la
acción o informar de la marcha del plan: reunión de Armada con Mújica y
Raventós, visita de Armada a los Reyes en Baqueira Beret, reunión en la calle
general Cabrera. En fin una serie de conciliábulos en los que todos participan:
el Rey, militares, políticos de todo signo y otros que también desean también
participar.
En resumen, en todos estos meses
el Servicio de Inteligencia no está trabajando para su jefe natural y
constitucional: el Presidente. Está trabajando para que Armada acceda a la presidencia
del gobierno por medio de un artificio seudo legal.
Conviene analizar brevemente
algunos detalles previos a la toma del Congreso ya que son elementos
esclarecedores. En primer término, Tejero llegó con sus columnas al Congreso
sobre las 1830. El paseo de la tropa estaba estipulado en Madrid para las 1700
según la orden de plaza de la Capitanía General. En las unidades armadas de la
1ª Región se tuvo a los soldados acuartelados, sin que el Capitán General
dijera nada ante el incumplimiento de su propia orden. Así la División Acorazada,
Brigada Paracaidista y el Grupo de Operaciones Especiales estaban a la espera,
lo que lleva a la única conclusión
posible: el Capitán General Quintana y su Estado Mayor, también estaban a la
espera de lo que iba a ocurrir 90 minutos más tarde.
En segundo lugar, el general
Torres Rojas llegó desde la
Coruña a la División
Acorazada para hacerse cargo del mando de la misma, apartando
a su jefe el general Juste. Sobre la 1600 se descubre por este último el pastel
y no ordena el inmediato arresto ni de Torres Rojas ni de los oficiales
desleales de su Estado Mayor. El Capitán General Quintana, tampoco toma medidas
y solo recomienda a Juste que permanezca alerta.
Como tercer detalle, al llamar
sobre las 1600 Juste a la
Zarzuela y preguntar si Armada estaba allí, Sabino Fernández
Campo al parecer responde “ni está ni se le espera”. Parece que nadie en palacio se sorprende, que
el general jefe de la División Acorazada
llame preguntando por el 2º Jefe de Estado Mayor es la cosa más natural del
mundo, debe ser por que toma allí el té todos los días. De otra manera no se
entiende puesto que el jefe de Juste no es Armada sino Quintana, es decir Juste
esta saliéndose de la cadena jerárquica y llamando a palacio como si fuera la oficina
de información al cliente. Por eso la reacción de Fernández Campo es
incomprensible si no sabía nada.
DESENCUENTROS EN LA TERCERA FASE.
La operación se articuló desde el
CESID como un golpe de mano clásico, al más puro estilo de la escuela de Operaciones
Especiales. Con una idea de maniobra articulada en diferentes fases y de las
que solo se realizarían las dos primeras:
1ª El teniente coronel Tejero
irrumpirá con su fuerza en el Congreso de los Diputados, reteniendo al gobierno
y a los diputados hasta la llegada de la autoridad militar competente.
2ª Ante los sucesos acaecidos en
Madrid, la capitanía general de Valencia declarará el estado de excepción y se
hará cargo del control de toda la región.
La llegada de la autoridad
militar (Armada) al Congreso para postularse a la presidencia del gobierno con
el respaldo de varios diputados, constituía la tercera fase del golpe. Es en
este momento cuando la intentona golpista fracasa. Armada comete el error de
contarle a Tejero lo que tiene previsto hacer, olvidando que no coincide con lo
que dos días antes él mismo le había relatado. Tejero se siente engañado e
indignado llama a los oficiales más cercanos y les cuenta lo que pretende
Armada, expulsándole a continuación del Congreso a la vez que le increpa con un
“para esto no hemos venido aquí”.
El gobierno de Salvación Nacional
que Armada muestra a Tejero y provoca la indignación de este último fue el
siguiente:
Presidente: general Alfonso
Armada.
Vicepresidente para Asuntos
Políticos: Felipe González (PSOE).
Vicepresidente para Asuntos
Económicos: José María López de Letona (Banca).
Ministro de Asuntos Exteriores:
José María de Areilza (Coalición
Democrática).
Ministro de Defensa: Manuel Fraga
(Alianza Popular).
Ministro de Justicia: Gregorio
Peces-Barba (PSOE).
Ministro de Hacienda: Pío
Cabanillas (UCD).
Ministro del Interior: general
Manuel Saavedra.
Ministro de Obras Públicas: José
Luis Álvarez (UCD).
Ministro de Educación y Ciencia:
Miguel Herrero de Miñón (UCD).
Ministro de Trabajo: Jordi Solé
(PCE).
Ministro de Industria: Agustín
Rodríguez (UCD).
Ministro de Comercio: Carlos
Ferrer (CEOE).
Ministro de Cultura: Antonio
Garrigues (empresario).
Ministro de Economía: Ramón
Tamames (PCE).
Ministro de Transportes y
Telecomunicaciones: Javier Solana (PSOE).
Ministro de Autonomías y
Regiones: general José Antonio Sáenz de Santamaría.
Ministro de Sanidad: Enrique
Múgica (PSOE).
Ministro de Información: Luis
María Ansón (agencia EFE).
Llegados a este punto existen
unos elementos que resulta interesante comentar:
1º ¿Cómo es posible que los
golpistas pensasen que su acción, podía resultar legal con el único requisito
de ser votada por los diputados, a pesar de haber estado previamente
secuestrados? No tan sorprendente resulta que convencieran a determinados políticos,
si se tiene en cuenta que la mayoría procedían del franquismo o de una
izquierda marxista, a los que unía su común desconfianza y desprecio hacia lo
que significaba un régimen liberal y democrático. Era solo necesario de
mantener las formas. La intervención de Armada salvaba una situación extrema
originada por el golpe de mano de un grupo de guardias civiles. Visto el
descontento existente en el Ejército dicha acción podía actuar como un
detonante en la mayor parte de las Capitanías Generales. La legitimidad quedaba
a salvo, en opinión de los golpistas, si Armada era votado por los
representantes de la soberanía nacional. Es decir, la toma del Congreso de los
Diputados por Tejero tenía como objetivo justificar la iniciativa de Armada que
es donde reside el golpe decisivo.
2º Cuando Armada se postula como
Presidente, para salir del SAM creado por los golpistas, nadie se lo impide. La Zarzuela en boca de
Fernández Campo ¡solo! Le exige que la gestión la haga a título personal, como
si en el ejército hubiera cosas oficiales que pueden hacerse a ese tenor. Más
grave aún si se tiene en cuenta lo sucedido horas antes con el célebre “ni está
ni se le espera”. La reacción lógica cuando el 2º JEME empieza a zascandilear,
hubiera sido por parte de Zarzuela propiciar su destitución inmediata. En lugar
de ello su jefe inmediato, el general Gabeiras, le despide cuando sale a
“título personal” con un “a tus órdenes Presidente” que realmente no necesita
comentarios. Este último lleva pocos meses en el puesto de JEME, había sido
nombrado por el deseo expreso de Gutiérrez Mellado, saltando en el escalafón en
perjuicio de otros generales mejor ubicados. Así, tanto a la cabeza del
Ejército de Tierra como al frente del CESID están hombres de la absoluta
confianza del vicepresidente del gobierno.
3º Cuando Tejero impide la
consumación del golpe planificado desde el CESID, queda de manifiesto la
absoluta confianza que los organizadores tenían en el éxito de la operación al
carecer la misma de un plan alternativo. Tejero fue engañado por el alcance de
las informaciones que le proporciona García Carrés, que las infla y falsea para
darle moral. Decide aguantar y ganar tiempo para que se materialice el apoyo
militar que su amigo le asegura está en marcha.
4º Una vez asaltado el Congreso,
los grupos operativos del CESID son enviados para obtener información sobre las
carreteras de acceso a Madrid. Cortina sobre las 2000 transmite por radio,
desde la dirección, a García Almenta que la División Acorazada
iba a iniciar su movimiento hacia Madrid y que ordenara al capitán Guerrero
responsable de la vigilancia de las autopistas de Extremadura y la Coruña, para que abandonara
la misión que estaba realizando. Es decir, se retira la vigilancia cuando es
más necesaria aunque se deja vía libre para facilitar la sorpresa del
despliegue.
5º La alerta máxima es decretada
por la USAF
desde el 19 de febrero en la base de Torrejón. El día 23 por la mañana, el
STRATEGIC AIR COMMAND, sistema de control aéreo norteamericano, anula al
Control de Emisiones Radioeléctricas español y se mantiene a la espera.
Simultáneamente los pilotos y las tropas de las bases de utilización conjunta
de, Rota, Morón y Zaragoza se suman al estado de máxima alerta ordenado cuatro
días antes para Torrejón. Mientras varias unidades de la
VI Flota despliegan frente a las costas de
Valencia. Todo ello pone en evidencia el conocimiento de los acontecimientos
por parte del gobierno de los EEUU, y que en todo caso el golpe no era una
intentona de unos guardias civiles trasnochados, como se intentó transmitir
para que calara en la opinión pública, sino una operación de Estado planificada
desde el CESID, que utilizando a unos entusiastas e incautos guardias civiles
pretendió torcer el rumbo hacia la democracia que se había iniciado en España.
6º Los hijos del Rey tampoco
acudieron al colegio el día 23.
EL CORTAFUEGOS.
Así como el éxito tiene muchos
pretendientes, el fracaso no. Nada más ser expulsado Armada del Congreso de los
Diputados, empiezan a funcionar las coartadas y los cortafuegos
institucionales. El objetivo es aislar a Tejero y sus guardias civiles y evitar
que afloren las complicidades y autorías intelectuales previas.
En la sede del Servicio de
Inteligencia, a pesar de haber sido informada la Dirección (Carreras,
Calderón y Cortina), a las 0500 del día 24 de febrero, que el 2º JEME era la
cabeza del golpe de Estado. Calderón y Cortina se afanan en proteger a
este general. Todavía el día 25 y a
pesar de llevar más de 12 horas cesado de su puesto por orden del JEME y no
pertenecer a la cadena jerárquica del CESID, estos dos agentes intentan hacer
un lavado de su figura convocando reuniones de agentes por casi todas las
dependencias del Centro.
Calderón también es informado,
pocas horas después del asalto al Congreso, de la participación de agentes a
las órdenes de Cortina en el mismo. En lugar de iniciar una investigación, pone
en antecedentes a su jefe operativo y comienza el acoso a los cuatro agentes que dentro de la Agrupación Operativa,
tres oficiales y un suboficial, han permanecido leales al gobierno legítimo.
En la primera reunión, después
del fracaso de la intentona, que convoca Calderón para todos los jefes de área
del CESID. En un determinado momento el jefe del Centro de Comunicaciones,
teniente coronel Guitían, dice “tengo un telegrama, ¿qué hago con él? Léelo, le
dice Calderón. Guitían con toda naturalidad leyó “Jaime, ahora vas contra la Corona”. Calderón
bruscamente le arranca el telegrama al tiempo que le dice “no tienes ninguna
sensibilidad informativa”. Dicho telegrama había sido enviado desde la Zarzuela e interceptado
por el departamento que dirigía Guitían. Más tarde se mandaría otro telegrama
desde Zarzuela con la frase, “después de este mensaje ya no puedo volverme
atrás”, que sería también interceptado.
En los días siguientes el acoso a
los agentes que han destapado la participación del CESID en el golpe de Estado
se hace intensa. Se utiliza algo tan viejo como el palo y la zanahoria para que
desistan de su actitud y dejen de reclamar que se abra una información interna.
El tira y afloja durara hasta que uno de ellos rechace la jefatura de
operaciones que le ofrece Calderón a cambio de mantener silencio. Informado
Carreras, este se verá obligado a ordenar la apertura de una información de carácter
no judicial, el día 30 de marzo. Con más de un mes de retraso, pues estaba
obligado a haberlo hecho el 24 de febrero que es cuando tuvo la información
pertinente.
Se conocerá como informe
Jaúdenes, apellido del teniente coronel de Artillería que lo instruyó. En el
declararon los agentes que habían denunciado los hechos y los que habían
participado en la intentona. Con el tiempo solo se conocerían las conclusiones
del instructor, pues las declaraciones firmadas por cada uno de los
declarantes, fueron destruidas. Si el informe llegó al juez del juicio de
Campamento, no fue incorporado a la causa ni facilitado a las defensas. Ello
significa que dicho juicio sería nulo, pues se privó a los acusados de
elementos esenciales para su defensa, conocidos por el juez y el fiscal. Si el
informe no llego al juez instructor de la causa de Campamento, los responsables
del CESID ocultaron pruebas vitales para el esclarecimiento de
responsabilidades en el golpe de Estado.
El día 17 de marzo el ministro de
Defensa, Alberto Oliart, aseguraba en el Congreso de los Diputados que los
servicios de información no habían tenido nada que ver en los lamentables
sucesos del 23-F. Esto evidenciaba que el ministro o era un necio o estaba
engañando a la Cámara. A
partir de ese momento quedaba claro que el gobierno protegía a los golpistas,
los apestados eran los cuatro agentes que habían tratado de erradicar el
golpismo del servicio de Inteligencia y sobre los que se recrudecerían las
presiones y amenazas, unidas a la recomendación amigable de abandonar el Centro
y no colaborar así ¿a la división del Ejército?
En los primeros días de mayo se
produce la declaración de Tejero que implica a Cortina en el golpe, esta
circunstancia fue la que motivó su procesamiento. Para sustituirlo en la Agrupación Operativa,
se nombra al comandante Ortuño, hombre de confianza de Calderón y que también
había participado en GODSA, con la misión de borrar todos los rastros que
pudieran haber quedado.
El corta fuegos más importante
fue el montado alrededor del juicio de Campamento. La instrucción del juicio
tenía instrucciones estrictas de no inculpar a nadie más de los inicialmente
procesados. Lo que evidencia un claro deseo gubernamental de no llegar
judicialmente al fondo del asunto. El nuevo Presidente, Calvo Sotelo, solo le
diría al nuevo director del CESID, Alonso Manglano, que “si se prepara otro
golpe avisadme 24 horas antes”. Las defensas acudieron al argumento de la
obediencia debida para exculpar a sus defendidos, argumento rebatido por el
fiscal con la nueva legislación y que se detalla en otro pasaje de este libro.
Es decir, el argumento que había servido para movilizar a varios oficiales en
el golpe, serviría para condenarlos y así poder salvar el papel del Rey, se
entiende que solo de cara a la opinión pública puesto que sean cuales sean los
actos del monarca, este no es responsable judicial de los mismos al estar
blindado por la
Constitución.
El fiscal durante el juicio
somete a un duro interrogatorio a Cortina, que queda acorralado. Durante el
descanso para almorzar, Cortina sale rápidamente hacia el teléfono y una vez que logra comunicar, le
dice a su interlocutor “como siga este tío así, saco a relucir lo de Carrero”.
Al reanudarse la sesión, el fiscal cambia totalmente su actitud y deja que el
comandante salga airoso. Ese cambio en el interrogatorio es comprobable en las
actas. Cuando se produce el atentado contra el almirante, Cortina estaba
destinado en los servicios de Inteligencia del Alto Estado Mayor. El Consejo de
Guerra le absolvió de todos los cargos.
Las sentencias fueron muy
benévolas. El gobierno las recurrió y posteriormente serían incrementadas
apreciablemente.
LOS PREMIOS.
Cuando en 1996 gana el PP las
elecciones. Aznar tiene que quitar de su lista de gobierno y a instancias del
Rey a Rafael Arias Salgado, para poner en su lugar como ministro de Defensa a
Eduardo Serra. Pero lo más sorprendente está aún por llegar pues se nombra a
Calderón, ya retirado, para dirigir el CESID y a Cortina como asesor en el
palacio de la Moncloa. El
flamante gobierno pone así la seguridad nacional en manos de los que en 1981
planearon y coordinaron todo. Aparte de lo que tenía de obscena la medida,
estos dos militares no demostraron en 1981 una gran capacidad operativa u
organizativa que recomendara su repesca 15 años después, más bien parecía un
pago por los servicios prestados.
En el transcurso de los años, los
oficiales que hemos mencionado y que de una manera u otra participaron en la
puesta en ejecución de la “operación De Gaulle”, alcanzaron los rangos
siguientes:
José Faura, general de Ejército
(JEME).
Javier Calderón, teniente
general.
Juan Ortuño, teniente general.
Jesús María Peñaranda, general de
división.
Francisco García Almenta, general
de brigada.
Ramón Tostón, general de brigada.
Hay que señalar que cuando fue
clasificada para el ascenso a general la promoción XIV, a la que pertenecen el
Rey y Cortina, estaba al frente del mando de Personal del Ejército su amigo
Calderón. La lista de los seleccionados estaba encabezada por José Luis
Cortina. El ministro Narcís Serra lo tacho de su propia mano, si no hubiera
sido por eso hubiera tenido que formar parte de la lista anterior.
Por su parte Alberto Oliart
también sería repescado, ya octogenario, en el año 2009 para dirigir televisión
española. Si bien esta vez la iniciativa correspondió al gobierno socialista
dirigido por Rodríguez Zapatero.
FINAL DEL CAPÍTULO
I SOBRE EL 23 – F
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