En octubre pasado me preguntaba yo a qué jugaba Jordi Evole, en una cadena del poder como laSexta, jugando al gran luchador por la justicia y la decencia, con sus tenaz insistencia en describir un panorama de corrupción total y absoluta, como si lo que quisiera fuera prepararnos para que aceptemos un gobierno mundial no electo "porque siempre lo harán mejor que los nuestros".
Ahora ya lo tengo claro, en efecto, Jordi Evole primero nos engatusa, nos seduce, nos hace quererle para después llevarnos a la sumisión, la ceguera y la aceptación de nuastras cadenas.
Jordi, eres un payaso, consciente o inconsciente, al servicio del poder más oscuro: este Rey ilegitimo e impresentable y los grandes intereses de la oligarquía española que son los que montaron el 23-F, apoyados por la casta del PPSOE y los grandes empresarios al servicio de los intereses de nuestros amos EEUU+OTAN.
Operación Palace es una operación psicológica diseñada por profesionales, (no creo a Evole capaz de tanto conocimiento en armas silenciosas) que busca llevar a la manada a dejar de investigar por nosotros mismos más allá de la versión oficial y que sigamos pensando que el Rey es un gran demócrata porque nos salvó de la dictadura. Que todas las otras explicaciones del 23-F son burdas conspiraciones.
La imagen del Rey y la monarquía están por los suelos, y aquí viene el payasito este a hacer el trabajo sucio. Engañar de esta manera a tus oyentes, Jordi, no tienes vergüenza. Eres un traidor, un mentiroso, un manipulador.
Jordi, VETE A LA MIERDA.
Lector, si quieres los datos que Evole no te ha dado, no dejes de escuchar este estupendo programa del Vórtice realizado por personas que de verdad quieren saber la verdad y construir un mundo mejor: Diego Camacho, Jesus Palacios, Ana Camacho y Mitoa Edjang Campos, su director.
Y copio continuación dos artículos excelentes del blog Democracia de verdad., que permiten comprender perfectamente la estrategia y el propósito del programa(la negrita es mía):
Évole y su #OperaciónPalace: ¿Sabemos leer entre líneas?
Anoche, con la emisión del documental Operación Palace, asistimos a
un pico de audiencia anunciado. La potente e inteligente campaña de marketing
que se había lanzado, para anunciar dicha emisión, dio sus frutos con creces, y
más de 5 millones de españoles sintonizaron con La Sexta, ese canal de TV
comprado por la derecha mediática y manipuladora (Antena 3/A3media) para
rentabilizar y controlar a la izquierda dogmática del país (tan ilusa como para
dejarse utilizar sin darse cuenta, y tan dogmática como para no reconocerlo
tras darse cuenta).
Hoy, en sintonía con las “inquietudes intelectuales” prioritarias
en nuestras latitudes, la pregunta más formulada es: ¿Te lo creíste? Pero yo
creo tener una pregunta mejor: ¿Sabes leer entre líneas? Aún a riesgo de que el
señor Jordi Évole (el “nuevo Orson Welles“) tenga que salir de casa, porque
sólo su ego quepa en ella, he de decir que como obra audiovisual, y habiendo
estudiado/trabajado en ese mundillo, me pareció un muy buen documental. Claro
que tampoco hay que exagerar. Pareciera que todo lo ha hecho Jordi Évole él
solito, sin contar con los recursos, equipo, apoyo y ¿directrices? que le ha
proporcionado el emporio mediático para el que trabaja.
Pero dejémonos de banales florituras y vayamos al grano… Lo
realmente grave, en mi opinión, no es el hecho de divertir (o robar tiempo,
según el caso) a una audiencia que espera ver un reportaje de investigación
periodística sobre un asunto muy serio de nuestra Historia reciente (y
directamente relacionado con lo que estamos padeciendo hoy). Tampoco es importante
ese mantra que se repite incansablemente en Twitter de: “Nos ha enseñado lo
fácil que es manipularnos“. ¡¡Menuda novedad!! Quien haya necesitado a Évole
para aprender eso, o es bastante joven o no es muy observador.
Lo que casi nadie dice (con honrosas excepciones) y sin embargo me
parece lo más importante de todo, es el mensaje implícito en los textos que
aparecen al final del reportaje. ¡Ojo! El detalle es aquí muy importante.
Tengamos en cuenta el contexto del momento en que se muestran esos textos:
Hayamos intuido que es una ficción o no, en ese momento llevamos un buen rato
viendo un documental que nos ha dejado atónitos con datos jamás escuchados, es
decir, ha capturado completamente nuestra atención. Justo antes de la aparición
de los textos se reincide en un supuesto enigma que ya antes había sido dejado
en el aire (con mucha “psicología”): la caja blanca que siempre aparecía junto
al rey (mostrándose fotos diversas donde se la ve). Este momento es crucial
para disparar los niveles de tensión (y de atención) en el grueso de la
audiencia. Es el gancho para que nadie se pierda el mensaje final que viene a
continuación, y que es el más importante de todos (la moraleja por así
decirlo).
Entonces llega el clímax, el “orgasmo”, la explosión de tensión…
Con tipografía blanca y fondo oscuro (típicos de los créditos, como bien
sabemos) aparecen en lenta sucesión los siguientes textos:
Texto 1: “Nos hubiese gustado contar la verdadera historia del 23F.
Pero no ha sido posible.“
Texto 2: “El Tribunal Supremo no autoriza la consulta del sumario
del juicio hasta que hayan transcurrido 25 años desde la muerte de los
procesados, o 50 años desde el golpe.“
Texto 3: “Esta decisión es tierra abonada para teorías y
fabulaciones de todo tipo… Como ésta. Posiblemente la nuestra no será ni la
última ni la más fantasiosa.“
Como el último golpe es, a menudo, el que mejor se recuerda, el
mensaje clave está en el tercer texto, a pesar de que no es sino una extensión
de los dos anteriores. De hecho, los textos en su conjunto constituyen una
hábil mezcla entre verdades objetivas y un mensaje a difundir, con la esperanza
de que éste último se contagie de un halo de “verdad” a ojos del público (por
“mimetismo” y proximidad contextual).
Y el mensaje entre líneas es claro: “Todo lo que oigas sobre el 23F
son teorías y fabulaciones, y, posiblemente, en el futuro las oirás aún más
fantasiosas“. Como podemos ver, no hace falta un análisis muy sesudo para
percatarse de la finalidad real de este hiper promocionado documental, ni hay
nada nuevo bajo el sol. Évole es quien es, y le manda quien le paga. La Sexta
es lo que es, y es de quien es. Y su amo forma parte de… ¿esos contra los que
tanto protestamos cuando salimos a la calle con pancartitas o cócteles molotov?
(que me da igual: son igual de inútiles).
Parecemos no ser conscientes de que el sistema actual ha aprendido
a rentabilizar incluso a sus enemigos. Se disfrazan y se ríen de nosotros, en
la cara, al tiempo que nos utilizan para ganar millones… y respondemos
aplaudiéndoles. Sinceramente, ¿no dan ganas de cambiarse de nacionalidad? La
vergüenza ajena es demasiado inmensa.
Pero sigamos… ya hemos visto el mensaje. Ahora cabe preguntarse: ¿por
qué se lanza dicho mensaje justo ahora? Analicemos el momento: crisis, tensión
social, clima prorrevolucionario… Cada día más gente se pregunta: ¿cómo hemos
llegado a esto? Y eso incluye a personas que nunca antes se habían cuestionado
en su vida la “visión oficial” de la realidad, hasta que la propia realidad les
ha golpeado. En este blog sabemos eso muy bien, lo consideramos importante, y
en consecuencia llevamos tiempo investigando sobre La Transición. Y quizás
recordéis que hemos visto en algún artículo (mas los que hay en preparación)
que últimamente están apareciendo fuentes bastante fiables, personas que
vivieron de primera mano lo ocurrido y han decidido dejar de callar, e incluso
ex-agentes del CESID que fueron testigos y protagonistas de hechos muy
relevantes ocurridos antes, durante y después del 23F.
Evidentemente, para el Régimen del 78, cuyos oligarcas se
están devanando los sesos frente al reto de afianzar la renovación generacional
del sistema, la aparición de informaciones que puedan amenazar la continuidad
de un presunto mito, y que puedan ser aprovechadas por movimientos y grupos
rebeldes para ganar fuerza, es un riesgo que se debe minimizar a toda costa.
Por tanto, con total
claridad para mí, hay una relación
directa entre la fuerte promoción y difusión de este documental, y los planes
de afianzamiento del sistema y renovación generacional de la oligarquía (asunto
interesante este último, del que estoy preparando algún artículo).
En relación a eso, y en mi opinión, este régimen tiene varios ases
bajo la manga (posiblemente alguno tenga que ver con la aceptación masiva del
príncipe Felipe como nuevo rey), pero este “as” en concreto me ha cogido por
sorpresa.
Mis personales conclusiones: Tenemos a una oligarquía corrupta, y
vendida a intereses extranjeros, que ha lanzado a más de 5 millones de personas
bajo su control un mensaje interesado para proteger su propio régimen. El
mensaje tiene la cara de un periodista que llegó a estrella (clubs de fans en
Twitter incluidos) haciendo en la tele oligarca las preguntas incómodas que
todos queríamos oír. En dicho mensaje
nos invitan a no tomar en serio cualquier testimonio o dato histórico que pueda
abrir un debate social objetivo, y mucho menos poner en tela de juicio la
versión oficial del 23F.
Además, lo hacen a través de un canal fuertemente enfocado hacia un
sector ideológico predefinido, que, curiosamente, es el que suele salir a las
calles a mostrarse rebelde con la propia oligarquía, y es el que se autodeclara
“revolucionario” frente a la partitocracia y sus medios manipuladores. Es casi
como si la élite le hubiera lanzado la pelotita al 15M, y éste hubiera ido
corriendo a por ella para ponerla a sus pies.
Tan magno contrasentido se vuelve casi cómico (mejor reír que
llorar) al pensar que Cuarto Milenio fue el programa más serio al tratar ayer
el 23F (con todos mis respetos hacia dicho programa).
A ver si el personal se
va enterando: Si usted quiere un
verdadero medio de comunicación que ofrezca información objetiva, o sirva a los
intereses de la población en su lucha contra la oligarquía, se lo tendrá que
montar usted mismo y pagarlo de su bolsillo. No espere que una empresa que
forma parte del complejo mediático-político, y por tanto del actual régimen,
monte esa tele para usted y no trate de manipularle (y por supuesto
rentabilizarle). Cualquier persona que haya analizado seriamente los retos que
entraña hacer una revolución en el s.XXI, sabe que son vitales la obtención de
recursos propios y la autosuficiencia frente al sistema en todos los campos
posibles. Eso incluye el campo mediático (y lo sé bien por llevar muchos años
trabajando en proyectos de democratización de medios, y ser consciente de los
obstáculos que, a nivel global, se han interpuesto a lo largo del tiempo para
impedirlo).
Y termino… Pero insisto como punto y reflexión final: Este sistema,
el del neoliberalismo salvaje, el del “todo vale“, “todo se compra, todo se
vende“, y “los principios no cotizan en mercado alguno“, ha aprendido a convertir a sus enemigos precisamente en eso, en otro
mercado más. Resulta un poco chocante ¿no? Pues cada día sin luchar contra
él, en serio (sin flores ni cócteles molotov, sino trabajando y organizándose),
será, probablemente, un poquito peor. Qué bien entiendo ahora a aquellos que
decían: “la revolución no será televisada“… No en las teles del tirano, desde
luego.
OPERACIÓN PALACE: LA “NUEVA” SEXTA Y EL PELIGRO SOCIAL DE NO
REMATAR UN FALSO DOCUMENTAL
Amigo Jordi Évole, agitador y follonero de sofá de la perezosa e
hierática España… ¿en qué te has convertido?. “Quería hacer lo de Orson Welles”
dicen que se oía ayer en los despachos del canal de televisión supuestamente
más crítico y contrahegemónico de la parrilla audiovisual actual. Rezaban y
spoileaban hábilmente los anuncios durante toda la semana: ”Una historia de
Jordi Évole”. Mensaje previo a una de las trolleadas más grandes que la España
contemporánea recuerda. Avisados estabais.
Antes de hablar del programa, y para poner en contexto lo que
quiero expresar, hay que remontarse a la fusión de la Sexta con Antena 3 de
hace unos años. Uno de los pocos canales de televisión que hasta hace poco aún
mantenía un poco la cordura y ética periodística, la Sexta, fue perdiendo su
rumbo de forma progresiva. Sonrojante fue, como muestra, la cobertura
informativa que hicieron de los sucesos de Gamonal (aquí un ejemplo), donde pretendieron
hacernos creer que la violencia y la tensión era generalizada cuando, como
suele suceder en estos casos, no dejan de ser focos violentos aislados entre un
maremagnum de gente hastiada e indignada, pero eso sí, de carácter pacífico.
Desde la fusión, la cadena ha ido minimizando poco a poco su labor
de altavoz de aquellas manifestaciones sociales o políticas que han mostrado su
hartazgo con el sistema. Hemos pasado de tener un canal audiovisual que hizo
una más que digna retransmisión de lo sucedido hace casi 3 años en el
movimiento 15-M, a un grupo periodístico, movido exclusivamente por intereses
económicos y de poder, que niega la voz, por ejemplo, a plataformas como la
nueva “Podemos” de Pablo Iglesias, habitual colaborador como tertuliano de la
cadena que tras la presentación del movimiento ha visto reducidos sus minutos
de pantalla de forma drástica, mientras Marhuenda y su ideario reaccionario
campan a sus anchas por ella.
Esta nueva plataforma encabezada por el profesor Iglesias, a
caballo entre lo puramente social y lo político, no parece interesar a ningún
medio, pues no enarbola ninguna bandera tras de sí. Va contra el sistema,
golpea a diestro y a siniestro, y eso no casa con las nuevas reglas de juego
impuestas tras la fusión. Y es sólo un ejemplo de tantos.
Una vez expuesto esto, volvamos a hablar exclusivamente del señor
Jordi Évole y su programa sobre el 23-F, otro de los ejemplos del cambio de
rumbo. Ayer España aguardaba expectante (Más de cinco millones de espectadores
y 23,9% del share, siendo el programa más visto del día con diferencia). El
humorísticamente hablando, difunto follonero prometía revelar una bomba, dotar
de luz décadas de oscuridad, esclarecer y afinar lo impostado. Una semana atrás
anunció que el próximo programa iba a ser especial, definitorio, un programa
que daría que pensar, que -según él- “no podría ser emitido si diera más
detalles”. Con esto ya tenía a la audiencia en el bolsillo. Sumado a su ganada
“credibilidad” social de los últimos años, sólo faltaba una campaña
publicitaria que anunciara a bombo y platillo que usted, espectador, no debía
perderse el espectáculo.
Tras la cena, más o menos así se desarrollaban los hechos:
- 21:30:
España comienza a andar el camino que el señor Évole ha escrito inteligentemente.
Algunos se aterran, gran parte se miran incrédulos, otros -los menos- se
descojonan (entre ellos, el propio Jordi).
- 21:40: “Ya decía yo que me olía raro
lo del Oscar a Garci” suelta un iluminado frente a la caja tonta. “Volver a
empezar no era para tanto”.
- 21:50: Manadas indignadas de ciudadanos enfurecen
en sus casas (en Twitter, claro, que en la calle hace frío), pidiendo la cabeza
de todos esos políticos que los han tenido engañados durante estos más de 30
años. Mientras se abren el paquete de pipas espetan un solemne “Qué
hijosdeputa, y hemos tenido que esperar todo este tiempo para enterarnos de LA
VERDAD”. Gracias Jordi.
- 22:00: “Un momento, entonces… si el 23-F fue un
teatrillo… ¿el rey para qué vale? Si no fue el héroe de aquella noche… ¿para
qué nos sirve? Hordas de republicanos comienzan a frotarse las manos.
- 22:10: El
programa parece estar llegando a su fin, y aún queda la gran bomba por soltar.
Évole, consciente del nivel intelectual medio de la sociedad española, avisa
para navegantes antes de que enciendan las antorchas: “Hay que ver el final“.
Los más astutos ya vieron el manido truco, el resto aguardan estupefactos un
cliffhanger letal que bombardeará los cimientos de la España reciente que
conocemos.
- 22:20: Jordi poco a poco va mostrando sus cartas. Al final se saca
el as de la manga y resulta que todo fue artificio. “Yo ya sabía que era
mentira. Se veía claramente que era un mockumentary” suelta el de las gafas de
pasta entre leves carcajadas. “Menos mal que era una broma, con lo a gusto que
estamos” respira aliviado aquel que ya ha cogido el mando y ha cambiado a
Telecinco. Otros gruñen y se cabrean, porque deseaban de todo corazón que lo
visto hubiera sido verdad, aunque estuviera Garci rodando.
- 22:30: A pesar de
las diversas reacciones al experimento, hay una bastante generalizada (y
peligrosa) que sobrevuela por la mente del espectador español medio no muy
curtido en estas lides: “Ufff… ya decía yo que esto no podía ser, que sé que el
cabrón de Tejero estuvo en la cárcel y que el Rey tuvo dos cojones. Su papel
fue fundamental. Qué de puta madre es nuestra democracia” (Cohetes y
banderitas). Fin del circo.
Conclusión. A través de frivolizar y forzar la
carcajada, se acaban de dar por ciertas en millones de cabezas, todos las
historias que nos han ido contando a lo largo de estos años sobre el 23-F en
comparación con esta farsa. ¡Ciudadanos y ciudadanas, no hagan caso de relatos
conspiranoides, la verdad es la que fue, y no hay otra! ¡Esto es un cuento,
pero aquello no, claro! ¿Triste, verdad? Estoy (casi) seguro que la intención
primeriza de un Évole menos combativo que nunca no fue provocar esta reacción
de firme apoyo al sistema y de rechazo a visiones alternativas de la siempre
cuestionada historia.
Durante décadas, diversos historiadores, periodistas y demás
indagadores de la verdad han luchado por aclarar un capítulo de nuestro camino
que aún hoy tiene más sombras que luces. Trabajaron y trabajan por esclarecer
el relato, por descubrir qué sucedió realmente… y en apenas tres cuartos de hora,
un periodista con antecedentes bufonescos ha echado kilos de mierda sobre todos
ellos. Kilos que serán difíciles de limpiar debido a la diferencia de audiencia
de unos y de otros.
Lo vuelvo a repetir, quiero creer que no es éste el mensaje que
quiso transmitir Jordi Évole, pero me preocupa. Me preocupa que al concluir el
falso documental “Operación Palace” apenas se dediquen un par de minutos para
descubrir el embolado, que apenas se incida en el que en mi opinión hubiera
sido un mensaje mucho más letal:
“Sin poder acceder a todos los documentos
clasificados, la historia que ustedes conocen puede ser tan falsa (o más) que
la que les hemos presentado”.
Esto es lo que se presentaba en las palabras finales de “Operación
Palace”, un mensaje muy acertado en el que (a mi parecer) no se hizo el
hincapié necesario, y con ello se perdió una oportunidad de oro (tras el shock
inicial de descubrir el pastel) para romper viejos esquemas mentales
tristemente “atados y bien atados” al imaginario común del colectivo social
español.
El mensaje que queda en la gran mayoría de la sociedad no es
desgraciadamente ése, el de la opacidad y el injusto misterio, el de que nos
faltan piezas del puzzle, sino el simple y llano: “A mí que me dejen de
historias que no hay más verdad que la que ya conocía”. (Para comprobar esto
sólo tenéis que otear un poco en las redes sociales o preguntar a la gente de a
pie). Es el problema de no haber rematado la jugada. Jordi Évole no sé si
estará contento, pero laSexta seguro que sí. (y Antena 3, y el sistema
político, y la monarquía…)
Izzukay Bell