Nunca fui políticamente correcta, pero ahora todavía menos. Ya no es tiempo de ronds de jambe.
Antes de empezar a disparar, quisiera recordar que idiota no
es un insulto, sino la manera que tenían los griegos antiguos de denominar a
los ciudadanos que no se implicaban en la gestión de los asuntos públicos, lo
que estaba muy mal visto por ser entendido como el colmo del egoísmo. Idiota
viene de “idios”, en griego, lo personal, que encontramos en idioma o en
idiosincrasia, porque el idiota sólo se interesa por sus asuntos propios. El idiota era, pues, un pasota, un egoísta, y
hoy, un abstencionista.
TE MIRA DESDE LO ALTO DE SU ABSTENCIÓN
Por el contrario, en nuestra sociedad española que sufre la
inversión simbólica en todos sus ámbitos, el abstencionista es digno de
respeto. Está coronado de cierta aura de refinamiento intelectual, de altura
moral e indiscutible congruencia. Se le
mira casi con admiración, y él te mira condescendiente, como displicente y casi
compadecido de vernos “creer en que votar es democrático”. El que no vota te mira perdonándote la vida.
Está por encima del Bien y del Mal, pero su pose le impide ver su desidia y la
realidad.
Y la realidad es que el “sistema”, es decir, Indra, cuando
quiere, le roba su abstención para otorgar más votos al que más interesa al
poder. El “sistema” se aprovecha de la
abstención porque, por un lado, así los partidos necesitan menos votos para
conseguir escaños, al reducirse la masa votante. Pero, sobre todo, trasforma
esa abstención en voto por correo, un voto que nadie controlará puesto que el
abstencionista no estará en su mesa electoral para asegurarse que realmente
aparece en la lista censal como que “no ha votado”.
Querido abstencionista, piensa:
SI LA ABSTENCIÓN MOLESTARA, ESTARÍA PROHIBIDA. No lo dudes.
Y si crees lo que decía Antonio García-Trevijano, que una
mayoría abstencionista lleva a la deslegitimación del gobierno de turno y
permite un tipo de reseteo político para llegar a un proceso
constituyente, siéntate en algún sillón bien cómodo, porque eso jamás ha
ocurrido, ni ocurrirá. Más bien, todo lo contrario, como ocurre en Venezuela,
donde un 80% de abstención no impide que la tiranía campe a sus anchas. Cuando
una teoría política no sólo no se comprueba en ningún tiempo ni lugar, sino que
la realidad demuestra exactamente lo contrario, pues ni siquiera alcanza la
categoría de teoría y entramos en el campo retórico de la ilusión.
SI NO QUIERES VOTAR, VOTA NULO
Porque los votos nulos no se destruyen, se conservan con las
actas en el sobre primero, y, además, dan fe de tu intención. Además de que no
reduce la masa votante. Incluso puedes utilizarlo para lanzar tu mensaje. Pero
si lo que de verdad te gustaría es desmontar toda esta farsa, te ofrezco una
manera: asiste al escrutinio general tres días después de las elecciones en la
Junta Electoral provincial, filma el circo que montan los magistrados entorno a
“los señores de Indra, que son los que hacen las actas y lo hacen todo”, y no
lo digo yo, sino la secretaria judicial Doña Elena de Arce Milla, que me lo
dijo con todas sus letras en plena cara y sin el menor rubor. Lo puedes
comprobar en este video:
https://m.youtube.com/watch?v=GfhVdvlB0HY
ABSTENCIONISTA, DESPIERTA
Si de verdad te importa demostrar que esto es una dictadura
disfrazada de democracia, no hay mejor manera, ve y filma el circo electoral
del escrutinio general. Y cuélgalo en las redes. Porque la ley española permite
grabar toda situación en al que participas, además de ser un acto público
celebrado en lugar público con funcionarios públicos.
Si te importa, contacta con info.eleccionestransparentes@gmail.com.
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