miércoles, 20 de junio de 2012

Zeitgeist es manipulación de última generación y el Transhumanismo: la eugenesia del siglo XXI

Para todos los que se han creído que Zeitgeist responde a una intención constructiva recomiendo ver  este vídeo que describe magníficamente que Zeitgeist es manipulación New Age, forma parte de la agenda de ingeniería social de control del ganado. También explica cómo el proyecto eugenésico británico de Galton y Darwin fue continuado por Julian Huxley (primer Presidente de la UNESCO), Bertrand Russell y en la actualidad por el denominado Transhumanismo (la biogenética y última tecnología médica al servicio de la eugenesia) apoyado y defendido abiertamente por Brzezinski (The Technocratic Era), Fresco y Kurzweil. El implante de microchjips subcutáneos es el medio principal de esta eugenesia contemporánea. Indispensable para pensar la era que estamos viviendo.

EL MINUTO 9 DEL VIDEO 4/5 ES IMPACTANTE.

"La educación debería tener la intención de destruir el libre albedrió para que, después de que los pupilos abandonen la escuela, sean incapaces a lo largo de sus vidas de pensar o actuar de manera opuesta a lo que sus maestros de escuela desearon" Bertrand Russell, The Impact of Science on Society (1953). Premio Nobel de Literatura, Russell era un eugenista.
Y para saber más sobre cómo la educación es la base del sistema de control mental de la población y hasta qué punto está conseguido:


Charlotte Thomson Iserbyt
autora de "The Deliberate Dumbing Down of  America". 




martes, 19 de junio de 2012

Los chemtrails envenenan la Tierra, el Cielo, la población

El proyecto de envenenamiento de la  población por las estelas químicas sigue en marcha. Modificación climática, disminución de la radiación solar, inmunosupresores, ...
Es un crimen contra la Humanidad.
Pero no te lo creas, investiga por tí mismo:
Chemtrails, Carnicon Institute, Morgellons, HAARP...

lunes, 11 de junio de 2012

¿Ambiente MK Ultra en el Museo Thyssen? La mujer según Mario TESTINO



 
“Al hombre se le juzga por lo que puede hacer,
a la mujer por lo que se le puede hacer”
John BERGER, Modos de ver.

He necesitado  años para aceptar esta descarnada pero certera frase del genial crítico británico.

En diciembre de 2010 pudimos ver, en el Museo Thyssen-Bornemisza, obras de  Mario Testino, el fotógrafo de las famosas. Mientras las autoridades y la prensa genuflexa se felicitaban por la hermosa exposición a mí se me encogía el corazón con cada fotografía. La mujer ideal para Testino es joven, frágil, sumisa, delgada, ociosa y sexualmente dispuesta. La presencia de estas imágenes en este lugar de la alta cultura oficial supone la intronización de un concepto denigrante de mujer y la confirmación que la mujer sólo es bella si es una promesa de cama, si se le puede hacer algo; y cuanto más promete y más parece que se le puede hacer, más bella es. Si no, deja de ser plenamente una mujer bella.

Este mensaje no es nuevo,  lleva en marcha cierto tiempo, y ya es la opinión de buena parte de la sociedad. Una mujer es valorada  y juzgada en función de si tiene un "bueno polvo" o no. 
¿Qué se está retratando? ¿cómo esta joven está siendo desnudada en el infame sótano de una mansión? 

La mujer de Testino nunca lleva gafas, no lee, ni parece conocer la existencia del libro. Tampoco la vemos pensando, con gesto reflexivo, ni conoce el sentimiento de la duda. Sin embargo existen, en los palacios que retrata el fotógrafo, magníficas bibliotecas que podrían ser un marco perfecto para espléndidos retratos. Pero no, ella no piensa ni lee. O, al menos, no se espera eso de ella.
Esta fotografía en concreto no se expuso en el Museo, pero la incluyo por el ambiente de gran mansión aristocrática, en la que la joven evidentemente no es la señora de la casa sino la puta de lujo del terrateniente. En la exposición había otras similares.


La mujer de Testino no trabaja, se mueve en espacios de una élite extremadamente rica y fundamentalmente ociosa, en la línea de la gran tradición aristocrática  para la que trabajar es de villanos y tener esclavas sexuales es algo normal.

Ella suele estar tumbada, o sentada, pero nunca hace nada, nada más que estar ahí, dispuesta o invitando a una relación carnal. Cuando está de pie es porque lleva un vestido inmenso cuyo metraje de tela le impide sentarse con comodidad. En este caso se la llama mujer flor, que queda mucho mejor que mujer florero. No hay, para estas mujeres, espacios de estudio o reflexión. Testino las prefiere sentadas, o tumbadas sobre la mesa del comedor, camas, camillas de gimnasio o directamente sobre la moqueta.

La mujer de Testino siempre está muy maquillada, porque en estado natural no es bella. Toda la superficie de su piel está retocada con photoshop para lograr una imposible piel Porcelanosa. El vello, los poros o cualquier particularidad natural de la piel se llaman imperfecciones y deben borrarse. Los labios se sobredimensionan, a menos que hayan sido ya retocados con cirugía. No parecen humanas. Esta artificiosidad se llama glamour.

Lo más interesante es la serie de posturas que pertenecen a la comunicación no-verbal: la boca de labios carnosos y húmedos suele estar entreabierta, como las piernas; la mirada perdida, asustada o provocadora a veces, el cuerpo relajado, entregado, ofrecido cual víctima, dice “fíjate todo lo que me puedes hacer”.

Entre las fotografías más desagradables está la de la joven modelo con cuerpo de niña que está tumbada en una camilla en un lugar un tanto siniestro, que recuerda un espacio carcelario o la sala de lavar cadáveres de una morgue. La braga le queda grande, como el sujetador, y lo más sugerente es que tiene la mirada ausente, no es consciente o no quiere saber  que va a ser tomada o sometida a alguna práctica tan siniestra como el lugar en el que se encuentra.  La imagen está, precisamente, tomada desde la entrepierna, donde se encuentra el espectador.

Un poco más lejos, vemos a Kate Moss, con una mirada de niña mala. Testino enfoca la entrepierna con braguita de ositos, mientras el talón de su zapato de tacón apunta, con tres balas de fusil de asalto, hacia la vagina.

 
La foto escogida para el tarjetón de la inauguración muestra la cara atemorizada de una joven indefensa, que mira hacia arriba en clara postura de sometimiento, se protege el cuerpo con las manos mientras luce una lujosa pulsera. Tal vez es el precio que ha tenido que pagar para lucirla. Abuso de poder y amenaza están implícitos.


Mario Testino afirma que le gustan las mujeres poderosas e independientes; tal vez sea cierto, pero las retrata en actitud de total dependencia: sumisas o provocadoras, todas se definen en función de su poder de seducción. Son,  porque seducen. ¿Qué quedará de ellas cuando ya no puedan seducir?

 
¿Qué clase de situaciones están siendo descritas?  Algunas de estas imágenes me recuerdan las escenas de rituales satánicos en la película de Kubrick, Eyes wide shut y no puedo evitar asociarlas con las víctimas sexuales del MK Ultra.

 

¿Cómo puede ser que un museo de prestigio se preste a exponer a mujeres casi niñas que se levantan las faldas para mostrar su  sexo? ¿Cuántas personas del establishment, serias, profesionales,  han dado su visto su bueno para semejante insulto a la mujer?

Toda la prensa ha aplaudido. Todo el mundo consideró esta exposición UNA MARAVILLA.

Nadie cuestiona, nadie reflexiona. Si se expone en un museo, es que hay que extasiarse. Y la gente así lo hace, obediente.

¿Qué ha pasado con nuestra conciencia y nuestro espíritu crítico?
¿En qué consiste realmente esta liberación de la mujer?

¿Dónde están nuestros valores?

La mujer se reduce a ser un buen polvo sumiso. Y todos aplauden, mientras ríen, se congratulan  y beben champán.




viernes, 8 de junio de 2012

La REVOLUCIÓN: un callejón sin salida. Comentario a "La Sociedad del Espectáculo" de Guy Debord

En su ya clásico ensayo, La Sociedad del espectáculo, Guy Debord describió de forma lúcida y trágica la sociedad posmoderna, enajenada y vacía, en la que los trabajadores, anulados por un trabajo absurdo, se entregan voluntariamente, en su tiempo de ocio, a la hipnosis de un incesante movimiento de imágenes, falsos reflejos de la nada hecha espectáculo y que llevan a la completa falsificación de las relaciones humanas y de la vida; unos trabajadores tan sólo unidos a los demás por la unidad de su miseria. Pues “Sólo se trata de la imagen de una unificación feliz, rodeada de desolación y de espanto, en el tranquilo centro de la desgracia[1].




Desde su publicación en 1967, la Sociedad del espectáculo [2] ha sido el libro de referencia para todos los preocupados por cambi­­ar la sociedad o pensar la revolución. LSS – de las iniciales de su título en francés: la Société du spectacle- ha sido reeditado en varias ocasiones pero su autor señalaba en 1999  que “no había cambiado ni una palabra” por considerar que su “teoría crítica no precisa cambio alguno mientras no desaparezcan las condiciones que fue la primera en describir con exactitud.” Debord afirmaba esto en 1999. Creo que en el  2011, no podría seguir manteniendo esta afirmación.

La teoría de LSS es, resumiendo mucho, que  los trabajadores han luchado para tener más tiempo libre pero luego no saben qué hacer con él, y lo dedican a la adquisición de cultura basura, la cultura del espectáculo.  La industria del espectáculo  es la proveedora de imágenes, vacías y falsas que entretienen el vacío  de sus consumidores pasivos, que asisten a su propia enajenación sin oponer resistencia alguna, en ausencia completa de sentido crítico alguno.  Para Debord, la pasividad tiene una causa: al asociar el trabajo con un esfuerzo que no le retribuye más que económicamente, el trabajador entiende la liberación como no hacer nada y su tiempo libre se convierte en pasivo.[3] Además, el tiempo libre está controlado, diseñado y explotado  por el mismo poder industrial que domina y controla su tiempo de trabajo. Debord fue el primero[4] en diagnosticar una nueva pobreza en el seno de la abundancia: la miseria de la vida cotidiana de los trabajadores. [5]
Yo hubiera añadido, la miseria del corazón, pero esta palabra parece estar prohibida para Debord, para quien el proletariado no tiene corazón y sólo es  una máquina que va a trabajar y luego consume cultura basura por culpa del sistema.
Como marxista, Debord nos habla de la división de la sociedad en clases: están los que trabajan y no disfrutan del producto de su trabajo y los que disfrutan del resultado del trabajo ajeno. Esta visión analiza, describe y pone etiquetas, pero no permite ir más allá. Es como ir al médico: doctor me duele la cabeza. Si, tiene usted una cefalea. Ah, muchas gracias.  Si la vida cotidiana de los trabajadores es miserable ¿a qué se debe? ¿A su miseria material? Debord, hijo de la sociedad de la bonanza de los 60, no se atreve a decir eso, porque sabe que esa miseria no se debe a una escasez de bienes. ¿Qué tipo de miseria es esa entonces? Debord no tiene respuesta, habla de la miseria y del vacío de los trabajadores pero no describe qué les falta, qué no tienen.  Parece intuir que no tiene que ver con la posesión de bienes, pero no llega a nombrarlo. Entonces,  si es la miseria de la vida cotidiana el problema ¿por qué los ricos también la padecen? Porque es una miseria que no es de orden materialista y social, sino que es la miseria del vacío interior, es una miseria del corazón, y esto, Debord, con las herramientas de reflexión del marxismo, no lo puede ver ni nombrar.
Debord  fue brillante a la hora de describir nuestra sociedad pasiva, enajenada y vacía, pero su teoría es un planteamiento victimista, característico de todo el marxismo revolucionario, muy semejante al utilizado por el movimiento 15M en la actualidad, que, como el psicoanálisis, busca siempre a los responsables fuera. La culpa de nuestros problemas es de nuestros padres, de nuestra infancia, del sistema o de la oligarquía. Según Debord, cuando el trabajador elige la inactividad en su tiempo de ocio es porque “la culpa” es del trabajo alienador que realiza, en vez de pensar que la pasividad es consecuencia de la pereza, del miedo a la soledad, de la falta de imaginación o de la falta de integración personal. Cuando el trabajador elige –porque nadie le pone una pistola en la cabeza- la cultura basura,  para Debord la culpa” es de la industria del show-business o  de la televisión que lo hipnotiza cual serpiente venenosa, cuando existen otras opciones como apagar la televisión y optar por la buena música, el buen cine, el buen teatro, las buenas conferencias, los buenos libros, la conversación con personas que saben más, el senderismo, contemplar el fuego, jugar con nuestros hijos, cocinar con amor para nuestros seres queridos o estudiar el itinerario de las hormigas.


En mi opinión, el principal error en el análisis de Debord se debe a su enfoque exclusivamente marxista. Obsesionado por la lucha de clases, se olvida de mencionar un dato importante: que las élites padecen el mismo vacío espiritual y la misma necesidad de trabajar – en su caso en el control de la población-  y también necesitan falsas imágenes para entretener su falsas vidas, aturdirse en discotecas y fiestas privadas, sólo que con un consumo mucho más caro y exclusivo que adorne sus falsos cuerpos con falsos dientes. La causa de la insatisfacción del ser humano en la sociedad del espectáculo, su sensación de vacío y hastío  no es una cuestión de clases sociales o de recursos materiales, sino de falta de conciencia, de falta de conexión con nuestro ser íntimo y sagrado, y con la Naturaleza, un estado que  se alimenta del aturdimiento, del miedo y de  la pereza que son, a su vez consecuencia de la falta de conciencia: un círculo vicioso, sin duda, difícil de romper.

Sin llegar a formularlo con claridad, Debord intuye en muchas partes de su ensayo que hay una falta de unión[6], que el trabajador sufre la separación, pero no desarrolla el concepto de Unidad o de Separatidad[7] desde el punto de vista psicológico o filosófico, tan sólo entiende que el trabajador está separado (alienado)  del producto que realiza, como si el ser humano sólo se definiera por su trabajo y los productos que fabrica. Pensar que el ser humano sólo es y se expresa a través de sus acciones es un pensamiento neodarwinista, pues es pensar el hombre como máquina que trabaja y máquina que se divierte. Esto, lógicamente, lleva a Debord a un callejón sin salida: en su último ensayo, El planeta enfermo[8], termina diciendo que sólo quedan dos alternativas: “revolución o muerte”.  Debord utiliza un vocabulario obtusamente marxista, es decir materialista. No utiliza jamás las palabras humanidad, espíritu, espiritual, corazón, alma, emoción, sentimiento… lo que demuestra un concepto extraordinariamente denso y materialista de lo humano. Cuando utiliza  el término lo sagrado[9] se refiere a las manipulaciones de las élites religiosas.  Para Debord, ser consciente es tener conciencia social, no conciencia del milagro de la Vida, y su concepto de inconsciente es exclusivamente freudiano[10]: el inconsciente es cuando estamos dormidos, no cuando somos unos inconscientes porque no tenemos consciencia de lo que realmente es importante en la vida.
Sin embargo, Debord intuye que hay algo más grande que supera a la sociedad de clases de proletarios y oligarcas, cuando escribe “La sociedad actual es la pérdida de la unidad del mundo”.
No se puede encontrar una solución dentro del sistema que ha provocado el problema. Ese hombre sin corazón descrito por Debord no podrá encontrar una solución dentro de la sociedad del espectáculo,  porque la única solución es que deje de consumir cultura basura en su tiempo libre y se dedique a pensar sobre qué es lo verdaderamente importante, para conectar con su alma a través de acciones que le hagan escuchar su corazón, recuperar su ser sagrado,  descubrir la Humanidad que siempre ha estado en él y no necesita ser entretenida sino sentida, escuchada, mimada, valorada, disfrutada. Estas acciones pueden ser extraordinariamente poco activas y aparentemente pasivas como el paseo en la Naturaleza, el silencio, la escucha, la contemplación, la meditación: es decir simplemente sentir la vida  y amarla.
Debord fue brillante en la descripción del proceso de una sociedad vacía, enajenada y espectadora pasiva de su propia enajenación, pero su obtuso enfoque marxista y materialista que, como todo pensamiento moderno,  desprecia la tradición,  le impidió buscar, en las escuelas de sabiduría antigua, el diagnóstico de las causas de lo observado y  las posibles soluciones.



Quejarse, lamentarse, desilusionarse, pertenecen al paradigma agonizante y milenario de la Humanidad victimista, que consiente ser rebaño al servicio del poder, pues la esclavitud sólo es posible con el consentimiento, un consentimiento que se consigue, como sabían los nazis, con la amenaza de muerte. El miedo a la muerte es, pues, la causa de nuestra esclavitud. No hay culpa de verdugos ni de víctimas, sino consentimiento y falta de conciencia. La conciencia de que somos parte del Universo con el que compartimos su energía eterna e infinita es el camino hacia la liberación.





La revolución en el sentido marxista desemboca en un callejón sin salida, la única revolución  verdadera es la toma de conciencia, la alineación de nuestro cuerpo físico, emocional y espiritual y la acción plenamente asumida y responsable. Es un trabajo interior, individual. Ahí está el verdadero poder del ser humano.

Pilar Baselga, 2012.



[1][1] Ibídem. P. 67.
[2] Debord fue el cerebro y el alma del situacionismo, el movimiento revolucionario que preparó el sustrato ideológico del mayo del 68.  Un año antes, en 1967,  Debord había publicado  La sociedad del espectáculo - al que se refieren los expertos como LSS
[3] “ Al estar el trabajador separado del producto de su trabajo, del sentido de su esfuerzo, se entiende la inactividad como liberadora, el tiempo libre es pues pasivo”.
[4] José Luis Pardo,  prólogo a Debord( 1999)  p. 16.
[5] José Luis Pardo prólogo a Debord, Guy, La sociedad del espectáculo, Pre-Textos, Valencia, 1999, p. 16.
[6] “La sociedad actual es la pérdida de la unidad del mundo”,  “Con la separación generalizada del trabajador y su producto se pierde todo punto de vista unitario … el triunfo del sistema económico de la separación es la proletarización del mundo”, p. 47, “Cuanto más produce hoy su propia vida, más separado está de ella”, p. 50
[7] En El arte de Amar, Erich Fromm  establece que todo ser humano sufre  el síndrome de separatidad, desde la escisión de su madre en su nacimiento, por lo que busca desesperadamente unirse consciente o inconsciente con la Humanidad,  a través del amor pero también del arte o de las drogas. Ese pavor a la soledad está en el origen del arrollador éxito de los móviles por su increíble conectividad o de las redes sociales como Facebook o Twitter:  el móvil, ordenaror, Smartphone, Iphone…son nuestro cordón umbilical con los demás, con la Humanidad.
[8] “Revolución o muerte: esa consigna ya no es la expresión lírica de la conciencia rebelde, sino la última palabra del pensamiento científico de nuestro siglo”. Debord, Guy, El planeta enfermo, escrito en 1971, publicado por primera vez en Gallimard, París, 2004, y en Anagrama, Barcelona, en 2006, p. 89.
[9] “…Lo sagrado justificaba la ordenación cósmica y ontológica correspondiente a los intereses de los amos y explicaba y embellecía todo aquello que la sociedad no podía hacer. (…)” Debord 1999, p. 46
[10] Para Freud “Todo lo consciente se desgasta. Lo inconsciente permanece inalterable”.  DEbord, (1999) p. 60.